El mundo digital está repleto que cosas cada vez más asombrosas pero también rebuscadas. Desde autos inteligentes que podemos manejar con nuestro celular hasta aplicaciones que convierten lo que decimos en texto. Esto se debe en parte, a los avances que se han sucedido con el tiempo como los microchips, sensores, gps o WiFi pero mayormente a un solo concepto: los algoritmos.
Cuando hablamos de algoritmos, se piensa que es como la parte oscura y oculta de cualquier aplicación y lo cierto es que es mucho más simple. Son una serie de instrucciones o reglas ordenadas para llevar a cabo una tarea de manera sucesiva.
La palabra algoritmo no nace con lo digital, la matemática (por ejemplo, los pasos que nos enseñaron para multiplicar) la adoptó mucho primero y luego se fueron ampliando sus usos.
En la era digital, los programadores son los encargados de generar una secuencia de instrucciones que una computadora pueda procesar, para eso se utiliza lenguaje de programación. Facebook te sugiere contenidos de acuerdo a lo que “te gusta”, Google Maps te indica por dónde podés manejar o caminar, Gmail te muestra cómo enviar correos.
Todo tiene algoritmos. Y son la solución para automatizar ciertas tareas que de otra manera no podrían hacerse. Pero cuidado, también es una forma de manipular lo que nos rodea a través de aplicaciones y poner en jaque el modo en que interpretamos la realidad. De aquí en adelante, ya es claro que habrá más y más instrucciones para todo, lo que aún no es claro es cómo modificará el pensamiento de la sociedad.