La propia definición de “noticias falsas” suele dejar fuera de análisis la morfología, la dinámica de generación y circulación de estos contenidos en el ecosistema de información. El concepto de “falso” no alcanza para describir la complejidad de los diferentes tipos de información errónea.
Hablar solamente de “noticias falsas” reduce este contenido erróneo o malintencionado a las rutinas de los medios de comunicación y a sus dinámicas de funcionamiento cuando esta problemática se presenta en todos los recovecos del escenario digital, no sólo en los sitios de noticias.
En ese sentido, en este proyecto de investigación académica optamos por ampliar el campo de acción y hablar del fenómeno dentro del actual ecosistema de la información, que contemple sitios de noticias, redes sociales y servicios de mensajería.
El informe “Un enfoque multidisciplinar a la desinformación” del Grupo de Expertos de la Comisión Europea favorece la palabra “desinformación” por sobre la expresión “fake news” ya que este segundo término no captura la complejidad del problema y genera confusión en los debates políticos, mediáticos y académicos. El documento de expertos advierte que los problemas de desinformación están profundamente vinculados con el desarrollo de medios digitales –ya sean conducidos por diversos actores, estatales o no estatales– y la manipulación de las infraestructuras de comunicación para producir, circular y amplificar la desinformación en una mayor escala que antes, a menudo en nuevas formas que todavía están pobremente mapeadas y entendidas. El documento señala:
“La desinformación como se define en este Informe incluye todas las formas de falso, información inexacta o engañosa, diseñada, presentada y promovida para causar intencionalmente daño público o con fines de lucro. No cubre los problemas que surgen de la creación y difusión en línea de contenido ilegal (en particular, la difamación, el discurso de odio e incitación a la violencia), que están sujetos a soluciones reglamentarias en virtud de las leyes nacionales o de la UE. Tampoco cubre otras formas de distorsiones pero no engañosas como la sátira y la parodia”.
El término “fake news” es inadecuado para capturar el complejo problema de la desinformación, que involucra contenido que no es realmente o completamente falso sino información inventada combinada con hechos, y prácticas que van más allá de las “noticias”. En ese sentido, se menciona el comportamiento de cuentas automáticas utilizadas para astroturfing, redes de seguidores falsos, videos fabricados o manipulados, publicidad dirigida, trolling, memes, y mucho más.
El concepto de “desinformación” permite dar cuenta del comportamiento digital “que trata más sobre la circulación de la desinformación que sobre la producción de desinformación, que abarca desde publicar, comentar, compartir, twittear y re-twittear, etc”. El término, a su vez, permite alejarse de los intentos de algunos grupos políticos que han utilizado “fake news” para desprestigiar la cobertura periodística que encuentran desagradable.